Hoy en día en nuestra sociedad el término Ansiedad se ha hecho bastante presente en nuestras vidas. Lo escuchamos en todas partes y aunque todos sabemos de qué estamos hablando rara vez nos hemos parado a pensar qué es en realidad y, lo más importante, para qué sirve. Por ello, en este breve artículo vamos a arrojar luz sobre eso que llamamos Ansiedad.
A groso modo se puede decir que la ansiedad es un exceso de energía canalizada para un determinado fin. Las energías psíquicas son lo que conocemos como emociones. Por ello, estamos hablando de un exceso de emoción canalizada hacia un objetivo concreto.
Las emociones son las energías que nos impulsan a realizar cosas. Nuestro Inconsciente Propio es el encargado de canalizar las energías o emociones. Este las administra y gestiona enviándolas a los órganos del cuerpo involucrados en la materialización del fin que persiguen, es decir, en la realización del objetivo que hay detrás de estas.
Estas energías preparan a nuestro cuerpo para llevar a cabo el trabajo encomendado por el Inconsciente Propio. Esto lo hacen liberando hormonas que facilitarán la tarea, ajustando la presión sanguínea para dicho cometido, regulando el nivel de azúcar en sangre o tensando los músculos involucrados en el proceso, entre otras muchas cosas. Por ejemplo, si se trata de crear algo físico se tensarán los músculos de los hombros y brazos para que puedan realizar el trabajo, y si es cuestión de buscar sustento económico se tensarán los músculos de las caderas y piernas para preparar nuestro desplazamiento en busca de recursos.
Por tanto, cuando sentimos ansiedad es porque nuestro Inconsciente Propio está enviando una gran cantidad de energía (emoción) para hacer algo. Y este exceso de energía se concentra en los órganos encargados de materializar el trabajo deseado por el Inconsciente Propio.
Si el trabajo no se lleva a cabo la energía no se liberará y la «presión» en los órganos participantes aumentará, siendo esta la sensación que percibimos y a la que denominamos ansiedad.
El trabajo puede que no lo estemos completando por no tener los recursos o el tiempo necesarios. Muchas veces nuestro Inconsciente Propio quiere correr más de lo que físicamente podemos hacer.
También puede ser que tengamos alguna preocupación. Cuando tenemos un problema, la ansiedad puede estar causada por la energía que está canalizando nuestro Inconsciente Propio para tratar de solucionarlo. Si el problema es muy grave entonces entraremos en Depresión, que es un mecanismo de supervivencia para afrontar las adversidades y que genera fuertes ansiedades.
A veces reprimimos ciertas acciones que desearían realizar nuestras emociones, lo cual normalmente hacemos para evitar un comportamiento que es o nos parece incorrecto ante la sociedad, autoridad o determinadas personas. En estos casos, la ansiedad no es más que esa energía que no estamos materializando y, por ello, se está acumulando en los órganos involucrados.
La obsesión con alguna cosa también nos puede causar ansiedad, porque estamos poniendo mucha energía en el asunto en cuestión.
Por último, no podemos olvidarnos de los miedos como uno de los principales desencadenantes de la ansiedad. Los miedos son asociaciones que tenemos en nuestro Inconsciente Propio que relacionan una idea con una fuerte emoción defensiva. Cada vez que dicha idea hace aparición en nuestra vida el Inconsciente Propio canaliza una fuerte emoción que sentimos como ansiedad.
La ansiedad es temporal y cesará en el momento que el Inconsciente Propio determine que ya no es necesaria la acción que este pretendía realizar. Esto quiere decir que ninguna ansiedad es eterna, siempre parará, durando a lo más unos pocos días. El problema surge cuando estas crisis de ansiedad se repiten continuamente, haciéndonos estar unos días bien y otros mal de manera recurrente. Normalmente esto ocurre porque la causa de la ansiedad sigue manteniéndose en el tiempo. Cuando esto sucede se habla de ansiedad crónica.
En este sentido hay que aclarar que unas personas son más ansiosas que otras, siendo esto parte de su condición personal.
Si la ansiedad se cronifica acabará provocando daños por sobreuso de los órganos involucrados. Estos daños se conocen como psicosomatismos y pueden ser de todo tipo, desde contracturas musculares y tendinitis hasta desórdenes fisicoquímicos como diabetes o hipertensión, pasando por deficiencias del sistema inmunitario, asma, alergias, dolores de cabeza, problemas digestivos y un largo etcétera que abarca prácticamente todas las enfermedades. De hecho, la gran mayoría de las dolencias están causadas por nuestras ansiedades.
Para reducir la ansiedad podemos realizar ejercicios de relajación de cualquier tipo, incluido el deporte. El Entrenamiento Autógeno de Schultz tiene muy buenos resultados y solo nos llevará 10 minutos, lo que lo hace muy recomendable.
Pero aparte de estos ejercicios, lo ideal sería controlar de alguna manera esas emociones que están detrás de la ansiedad, para conseguir que cesen o se reduzcan. El trabajo en este sentido variará en función de la causa.
Si se trata de un problema deberíamos buscarle una solución, pero también habría que analizar si estamos dándole más importancia de la que verdaderamente debería tener, ya que en muchos casos es esto último el motivo de la ansiedad.